La familia Rodríguez tiene una tradición en Navidad. El
patriarca, el señor Amabilidad, junto a su mujer Generosa, gastan sus pagas
extra en ayudar a personas que más lo necesitan. Después de cenar la familia recorre
su ciudad entre luces navideñas regalando felicidad en ese día especial.
—Por las sonrisas. Yo fui pobre. Unas navidades, un hombre con gorro rojo me regaló una sonrisa. Ese gesto fue el mejor de los regalos. Me
devolvió la esperanza.
Benjamina recordará siempre ese momento con su abuelo y
sobre todo su sonrisa.
Esta entrada es un poco diferente. He sido nominado al premio
Best Blog por Chari BR7 en su blog La voz de las olas que os dejo el link a
continuación:
Hace poco que leo a Chari pero siempre es un placer entrar
en su blog y ver lo último sobre lo que ha escrito. Hoy, sin ir más lejos, he leído
un post que ha escrito sobre las 20 películas que ella ha decidido ver en estas
fechas. Una lista muy recomendable!! ;)
Pasemos al premio.
Las NORMAS de
este premio son las siguientes:
-
Seguir al Blog que te nominó y cuando lo sigas dejar un comentario para que te
siga de vuelta.
-
Contar once cosas sobre ti.
-
Responder a las preguntas que preparó la persona que te nominó.
-
Hacer once preguntas nuevas para que respondan tus nominados.
-
Nomina a once Blogs con menos de doscientos seguidores y cuando lo hagas dejar
un comentario en su Blog para avisarlos.
Once cosas sobre mí:
-
Me encanta la comida china. Creo que si pudiera comería todos los días en el
chino que hay a dos calles de mi casa!!xD
-
Mi raza favorita de perro es el Golden Retriever, siempre que veo uno por la
calle le saludó a él antes que al dueño.
-
No me gustan estos perros pequeños que casi todos los dueños le atan el pelo en
la cabeza.
-
Cuando un tema me apasiona puedo estar hablando horas sobre él sin aburrirme,
aunque quizás te acabe aburriendo a ti. jaja
- Hago las
mejores pizzas caseras de la república independiente de mi casa. :P
- De
pequeño no me gustaban las monjas, hoy en día me parecen señoras muy
entrañables, pero una parte de mí aun desconfía !xD
- He debido
verme El rey león tantas veces como estrellas hay en el cielo y nunca me
aburre.
-Va
a sonar fatal pero de pequeño odiaba leer...No fue hasta los dieciséis años que
de repente, una mañana de vacaciones, decidí comprarme un libro, La fortaleza
digital de Dan Brown. Nunca olvidaré ese momento porque si esa mañana no
hubiera tomado esa decisión seguramente me habría perdido todas las historias
que he leído hasta ahora.
- Me
encantan las golosinas, sobre todo las de sabor a fresa, con o sin azúcar.
- No me
gusta perder el tiempo.
- Si en
algún momento estando conmigo me escuchas cantar, silbar o tararear es que me
siento a gusto contigo. ;)
Ahora toca contestar a las preguntas de Chari:
1) ¿A qué lugar del mundo te gustaría viajar?
A
demasiados...Creo que de elegir uno ahora mismo sería Italia el primero.
2) ¿Con qué personaje de cuento te irías a cenar?
Con la
bruja mala de Hansel y Gretel, que seguro que ella invita al postre!! :P
3) ¿Qué libro no te importaría releer?
El nombre
del viento, sin duda alguna.
4) ¿Cómo definirías tu blog?
Un pequeño
rincón donde poder leer algo nuevo antes de dormir. :)
5) ¿Qué tarea detestas hacer?
¡!Planchar!!
Lo odio y si lo que hay que planchar es una camisa yo me retiro !!xD
6) ¿Qué actividad no puede faltar en tu día a día?
Creo que no
soy muy estricto en eso porque no hago siempre lo mismo. Creo que voy a decir
que, lo que no puede faltar en mi día a día, es aprender algo nuevo. Siempre
intento acostarme con la idea de que hoy he aprendido algo que ayer no sabía.
7) ¿Sueles marcar tus libros?
Ni loco!! jaja Lo que sea que me llama la atención lo apunto en una agenda. Los libros los dejo intactos.
8) Si pudieras meterte en una novela, ¿cuál sería?
No puedo
decidirme, en casi todas las que he leído, en parte, ya es como si hubiese
estado en ellas.
9) ¿Cuánto tiempo le dedicas a tu blog y cuánto te gustaría
dedicarle?
Muy poco.
No sabría decirte una cantidad pero es bastante menos de lo que me gustaría
dedicarle. No digo escribir post sin mesura, pero al menos me gustaría sacar
tiempo para escribir sobre diez al mes. Poco a poco. ;)
10) Si pudieras tener un súper poder ¿cuál sería?
Aquí me
pillas, con lo mucho que me gustan los superhéroes no sabría elegir. Supongo
que me quedaría con la capacidad de meterme en las mentes como el profesor X.
Sería como leer libros pero mucho más realista !jeje
11) ¿Qué pregunta querrías formularme?
Mi pregunta
sería una que suelo hacer a casi todo el mundo que empiezo a conocer:
¿Cuál
es tu libro favorito?
Preguntas a los nominados.
1.¿Qué mascota tienes o te gustaría tener?
2.¿Tu lugar preferido en el mundo?
3.¿Qué es lo primero que piensas hacer en tu tiempo
libre?
4.Dragon Ball ¿Sí o No? xD
5.¿Cuál es la serie o saga más larga que has visto o
leído?
6.¿Qué has desayunado hoy?
7.¿Tu canción favorita?
8.¿Cuál ha sido tu peor travesura de niño o niña?
9.¿Cuál es tu mejor cualidad?
10.¿Amor
platónico?
11.¿Cuál
es tu libro favorito? (Esta no podía faltar)xD
Y ya está, espero que os haya gustado saber un poco más
sobre mí y respecto a los nominados voy a hacerlo de forma distinta. Voy a compartir este post en alguna
comunidad y si lo lees y estás interesado en ser nominado te invito a realizarlo. Déjame un comentario y los once
primeros seréis mis nominados y me pasaré encantado a leer esas 11 cosas sobre
vosotros y las respuestas a mis preguntas. :)
P.d: También podéis, simplemente, dejarme las respuestas a las preguntas en un comentario si os apetece, para mí será un placer!!
El incesante y melódico sonido del cuarteto de cuerda, que
estaba tocando en el gran salón, acompañaba los pasos del joven por los extensos
y cuidados jardines. La dulce melodía menguaba a medida que se alejaba cada vez
más del enorme palacio del Duque de
Richmont. El joven esa noche no estaba de humor para bailes. Se detuvo al lado
del extenso estanque donde la melodía era casi imperceptible y solo lo
acompañaba un profundo y oscuro silencio en mitad de esa fría noche. Miró su reflejo
en el estanque y sonrió, con sus ojos azules tras la careta de nariz picuda, su
reflejo casi lo asusta de si mismo. Se quitó la careta y el rostro que mostró
su reflejo ya no sonreía. Demasiadas decepciones acumuladas, demasiados caminos
torcidos. Tantas posibilidades como errores narraban la historia de su vida.
Se estaba dejando llevar por sus pensamientos cuando una
risa, suave e inocente, lo trajo de vuelta a la realidad. Una realidad que
parecía más un sueño en ese instante. A su espalda, de entre los arbustos de
los jardines, salió corriendo detrás de un gato una elegante joven con un
antifaz que cubría su rostro. La joven se reía mientras jugaba con el gato
hasta que se dio cuenta de que el joven la observaba.
—Lo siento—dijo ella dejando escapar un suspiro que se
enfríó en el aire.—No esperaba encontrarme a nadie aquí fuera.
El joven tardó unos segundos en reaccionar.
—No, la culpa es mía. Yo no debería estar aquí, lo único que
estoy consiguiendo es asustar a las jóvenes que pasan por aquí persiguiendo
gatos.
La joven sonrió bajo su antifaz.
—¿Acaso pasan muchas mujeres persiguiendo gatos esta noche
Señor Smith?—preguntó ella divertida.
—Demasiadas, pero vos sois la más hermosa hasta ahora—el
joven sonrió orgulloso tras su comentario.—Una cosa ¿Cómo sabéis quien soy?
—Todo el ducado sabe quien sois Señor Smith y al no llevar
la careta me ha sido más fácil reconocerle.
El joven no se acordaba que se la había quitado poco antes.
—Por favor, llámame William señorita...
—... Lake—dijo tras unos segundos.— Pero puedes llamarme
Claire.
—¿Claire Lake? No me suena vuestro nombre.
—No soy una persona con tanta fama como vos.
—¿Y a que se debe mi fama si puedo preguntar?
La joven lo miró desafiante.
—Mujeriego, solitario, frío, algunos incluso te tachan de
espía de la corona.
—No son más que calumnias—se defendió el joven.
—Claro, sin embargo la mitad de las mujeres de ahí dentro no
dejan de suspirar por vos, cuando la otra mitad ya ha hecho algo más que
suspirar con usted en algún momento, por lo que dicen—rió la joven.— La mitad
de los hombres le temen y la otra mitad le envidian y a pesar de todo está
usted aquí solo y en esta fría noche invernal.
El joven la miró un momento, ella se estaba divirtiendo y él
no se sentía ofendido por lo que acababa de decir porque era al única persona
que se había atrevido a decírselo en toda su vida.
—Dime tu nombre—dijo el joven.
—Ya te lo he dicho—contestó ella a la defensiva.
—No, tu verdadero nombre.
—¿Cómo sabes que no me llamo así?
—Intuición de espía—contestó con una socarrona sonrisa.
La joven lo miró curiosa.
—Está bien, hagamos un trato, si me enseñas a ser un espía
yo te diré mi verdadero nombre.
—Esto no se aprende así como si nada. Lleva su tiempo—protestó
él.
—Tienes de límite esta noche, si de verdad quieres saber mi
nombre—respondió la joven que tras eso comenzó a perseguir otra vez al gato que
merodeaba a su alrededor.
El joven la alcanzó y comenzaron a hablar de cosas tribales,
él se sacó su chaqueta y se la puso a ella sobre los hombros, lo cual
agradeció. Hubo un momento en el que escucharon los pasos de algunos guardias y
ellos se escondieron entre los árboles y los arbustos conteniendo la risa para
que no los descubrieran. Paseaban por los límites de los jardines, para pasar
desapercibidos, hasta llegar a un claro donde se encontraba una enorme construcción
hecha completamente de cristal.
—¡Que ostentoso!—dijo el joven.
—Es una sala de baile, aunque nunca he estado
dentro—contestó la joven.— Creo que el duque la solía usar en verano pero
parece que lleva mucho tiempo cerrada. Es una pena debe ser bonito bailar ahí
dentro.
Mientras hablaba el joven se había ido a la puerta y tras
sacar unas ganzúas logró abrir la puerta en cuestión de segundos.
—¿Cómo has hecho eso?— preguntó ella mirando a su alrededor
por si alguien los veía.
—¿Hace falta que te conteste?—dijo enseñándole las ganzúas.
—No, supongo que
no, me parece que he tenido suficientes lecciones de un espía por hoy—
respondió riendo.
Ella entró dentro y él la siguió, estaba algo oscuro pero
aun así la sala impresionaba, tanto las paredes como el techo estaban hechos
completamente de cristal y el suelo estaba hecho de un material que reflejaba
el rostro del joven como el agua del estanque había hecho antes. Solo que el
rostro que veía ahora parecía distinto, parecía feliz.
—Señor Smith ¿Haría usted el honor de sacar a esta damisela
a bailar?—preguntó ella imitando un tono de voz mas grave, mientras se sacaba su chaqueta.
—¿A que damisela os referís exactamente?—contestó el hombre
muy animado.
—William...—le reprochó ella pero no tuvo tiempo de decir
nada más.
Él se acercó a ella ágil, veloz y con mucha suavidad la tomó
de la mano con su mano derecha y por la cintura con su mano izquierda.
—Claire—dijo muy serio.—¿Me harías el honor de bailar
conmigo?
La joven lo miró sorprendida, con sus verdes ojos a través
de su antifaz, y asintió sin decir una palabra. Toda la noche había estado a la
defensiva pero en ese momento ella bajó la guardia y se dejó llevar por él. No
había música pero no les hacía falta. Él llevaba el ritmo, suave, decidido,
correcto y ella simplemente lo disfrutaba. En su cabeza era como si una hermosa
melodía sonara en cada uno de sus giros. La luna comenzó a salir, de entre las nubes,
sobre la construcción de cristal y la sala resplandeció como si mil velas la
iluminaran. Bajo sus pies, el reflejo de la luna se veía desdibujado en el
reflectante suelo y ellos bailaban a su alrededor. Bailaron como si no supieran
hacer otra cosa, como si fuera tan necesario como respirar, sin pensar que si
paraban toda la magia iba a acabar. Él se acercó más a ella y estaba a punto de
besarla cuando ella se apartó y apoyó la cabeza contra su pecho.
—¿Qué ocurre Claire?
—No puedo hacerlo. Yo... estoy prometida—la joven se sacó el
antifaz.—Me has enseñado como es ser un espía, has cumplido, ahora me toca a
mí. Me llamo Elisabeth. Elisabeth Richmont.
—Lo sé, me di de cuenta mientras caminábamos por los
jardines, pero no me importa porque me he enamorado de ti. Estaba enamorado de
ti incluso antes de conocerte. Tú eres la mujer que camina entre mis sueños.
La mujer lo miró con un nudo en la garganta.
—No juegues conmigo como con las demás, por favor. Se como
eres, apareces y desapareces, nada te ata y yo no busco eso. No esperaba caer
así en tus brazos casi parece algo...
—Inevitable—la interrumpió.—Tienes razón, soy como dices,
pero porque nunca he encontrado a una mujer como tú.
—Si a penas me conoces—dijo ella apartándose de él.
—Eres dulce, amable, atrevida y se que prefieres mil veces
quedarte aquí, en esta sala bailando conmigo el resto de tu vida que volver a
tu realidad.
—Lo siento, pero no puedo creerte—dijo antes de salir
corriendo con lágrimas en los ojos.
El joven salió tras ella.
—¡Elisabeth!
—No grites, si los guardias nos encuentran...—dijo mirando a
su espalda.
—No me importa, que me encuentren, que me maten si es
necesario pero escúchame.
—No sigas por favor...—susurró ella.
—Escúchame, mañana a media noche, te estaré aquí esperando,
si vienes huiremos juntos y te prometo que nuestro amor será lo primero en mi
vida, seremos tu y yo, nada más.
La joven asintió dudosa antes de volver a salir corriendo.
Él la vio alejarse sin saber que ese sería el último recuerdo que tendría de
ella.
A la noche siguiente ella no apareció, él la esperó toda la
noche. Las luces del palacio se apagaron por completo y permaneció allí
esperando hasta el amanecer pero fue en vano. William por fin había conocido el
amor y sin embargo lo único que desearía a partir de ahora era olvidar lo que
se sentía. Era demasiado doloroso. Se hizo una promesa a sí mismo, se prometió
no volver a enamorarse de otra mujer que no fuera Elisabeth.
Esa mañana recogió sus cosas y partió del ducado de Richmont
para siempre. Iría algún otro lugar a intentar olvidar su dolor, a Venecia por
ejemplo, conocería otras mujeres, trabajaría de lo suyo y tal vez, solo tal
vez, el dolor algún día desaparecería.
Imaginad por un momento vivir una vida entera sin saber que
no has vivido en absoluto. Enterarte al final de tu insignificante existencia
que has desperdiciado todo tu tiempo en algo tan banal como vivir una vida
condicionada por lo que los demás piensan que está bien o mal.
Esta mañana me miraba en el espejo y contemplaba mi reflejo
con pena y rabia. Pena por la carencia de vida que veía en esa persona que
observaba. Rabia por la impotencia, presente y pasada, que me afligía ante mi
insulso destino. Un destino escrito en una piedra tan negra como el carbón más
oscuro. Mi cuerpo ya no era igual de joven que años atrás, mi rostro ajado y mi
cabello ralo ¿Dónde había quedado aquel que había sido antaño? Solo he estado perdiendo el tiempo.
Todos los días la misma rutina, trabajando en algo que no me
llena, comiendo comida precalentada, bebiendo cerveza barata. Sin amigos, sin
amores, sin familia. Mi única compañía es una vieja gloria venida a menos que
vive dos pisos encima del mío y la cual permite que me meta en su cama si después
le dejo una propina en su mesilla. Una compañera que comparto con mi vecino del
segundo, del quinto y quien sabe que más sabandijas sin escrúpulos fuera de
este edificio de mala muerte se dejan arrastrar por sus desgastados y baratos
encantos. Tal vez debería comprar un
perro.
Así que hoy, cuando ha sonado ese endemoniado aparato que
todos llaman despertador, me he levantado, he ido directo al baño como de
costumbre y cuando he visto mi reflejo la realidad me ha golpeado de lleno. No
quería seguir viviendo esta vida de soledad y pobreza. Mi verdadera naturaleza
afloró y vi en lo que realmente me podía convertir. Los héroes siempre eran los
que salían ganando en las historias, pero a mí nunca me gustó la idea de ponerme
mallas. No, no era un héroe lo que quería ser, no podía, mi ambición es
demasiado oscura. Yo sería un villano, uno terrible. El peor villano de todos
los tiempos. Uno que ningún héroe pudiese detener y tenía el plan perfecto. Un
plan que me permitiría dominar el mundo, esclavizar a mis semejantes. Hacer que
todos aquellos que se habían burlado de mí sufrieran por ello. Nadie podría pararme.
Salí de mi desvencijado apartamento dispuesto a comenzar las
bases de mi plan perfecto. Lo primero, ante todo, compraría una piña, puede que
no sea clave para el plan pero me encanta la piña. En el futuro obligaría a
todos a comer piña pero ese es otro tema. Estaba tan eufórico por mi nuevo
futuro que no me fijé en el escalón roto de la escalera hasta que fue demasiado
tarde.
Tardaron tiempo en encontrarme al pie de las escaleras del
tercer piso. Me trasladaron en ambulancia al hospital donde me encuentro ahora
postrado en una cama, conectado a diferentes maquinas que me mantienen con vida
a duras penas. Esto no entraba dentro de
mi plan maestro. Había sobrevivido de milagro, según decían los doctores,
los cuales podía oír perfectamente desde mi estado de inconsciencia
involuntaria. Aunque esto solo era un ligero traspié en mi plan, nunca mejor
dicho. Sería paciente y lo planearía hasta el ínfimo detalle, paso a paso y,
cuando me despertase, el mundo conocería el verdadero terror. Rezarán para que
sus héroes de cuentos cobren vida y me detengan porque no habrán conocido a
nadie tan malvado como yo... después de comerme una piña y adoptar a un perro.
El clamor se podía oír desde cualquier lugar. Las ovaciones
a los ganadores, los abucheos a los caídos. Las risas resonaban en cada una de
las paredes del sucio habitáculo. Risas seguidas de aplausos seguidas de más
risas y gritos, muchos gritos. Para ellos esto solo era un juego.
Dómini caminaba por
la estancia con su espada corta en la mano esperando a que llegara su turno.
—¿Nervioso?—preguntó un compañero, unos años más
mayor, que lo había estado observando.
—Ansioso...
El hombre gruñó.
—¿Ansia por matar o por morir?—preguntó el hombre con pesar.
El joven no respondió. Los últimos gritos indicaban que la
pelea había acabado y era su turno. Se puso su casco con copete y cogió su gran
escudo ovalado.
—Hoy ganaré La
Rudis, Julius. Hoy ganaré mi libertad.
—Suerte, amigo mío. Que esa espada de madera sea tuya y que
tu cuerpo no acabe en el Spoliarium cuando el sol se ponga.
Dómini salió del habitáculo y recorrió el pasillo hasta la
entrada a la arena escoltado por dos guardias. En cuanto las puertas se abrieron
para él la luz del sol y los gritos de los espectadores lo inundaron. Todos
clamaban su nombre, era el favorito a pesar de ser de los más jóvenes pero su
falta de experiencia la completaba con un cuerpo en buena forma y un dominio de
la espada que era innato en él.
En la arena comprobó que lo esperaban sus contrincantes. Antes
de que las puertas se cerraran tras su paso comenzó la pelea. Siete
contrincantes, todos contra todos aunque los siete se pusieron de acuerdo en
atacar a Dómini a la vez. Una estrategia acertada aunque no les sirvió de nada.
El joven previó todos y cada uno de los movimientos de sus contrincantes y los abatió
de uno en uno. El público vitoreaba cada asestada que daba. Era un espectáculo y
él tenía que entretenerlos. En poco tiempo solo quedó uno malherido, Dómini se
disponía a darle el golpe final cuando notó que el publico se quedó en
silencio. Extrañado miró a su alrededor y vio que todos miraban hacia la entrada
a la arena. Se fijó en que Julius se encontraba en la arena apuntándolo con un
arco justo antes de ser abatido por una de sus saetas.
Dómini cayó al suelo ante el asombro del público y todo lo demás
se volvió confuso para él. Escuchó como Julius proclamaba a gritos la rebelión de
los gladiadores seguido por decenas de compañeros que saltaban de la arena a
las gradas y eliminaban a los espectadores entre sus gritos y sollozos. El joven palpó la flecha incrustada en su pecho y la intentó
agarrar para arrancarla.
—Yo no lo haría, joven Dominicus—dijo Julius riendo.
El joven lo miró incrédulo.
—¿Por qué...?—no pudo acabar la frase sin atragantarse con
su sangre.
—Tú no apoyarías nuestra rebelión, no cuando estabas tan
cerca de conseguir tu libertad. Te ibas a volver contra nosotros. Y la única
forma de vencerte era por sorpresa.
— Sí pero hoy nos hemos vengado y la venganza es otro tipo
de libertad que anhelábamos—Julius cogió un puñado de arena.—Necesitábamos
bañar esta arena con la sangre de los que nos torturaron y demostrarles el
terror de lo que han creado.
A Dómini se le cerraron los ojos y por un momento parecía
estar de vuelta en el habitáculo, escuchando los gritos del publico, solo que
esta vez no eran ellos quienes lo estaban disfrutando. El juego había cambiado.
Eres otoño y no lo sabes. Lo veo en cada gesto que haces, en
cada movimiento, en cada palabra que dices y tú ni te lo imaginas. Y yo no sé
explicarlo pero lo veo tan claro, tanto que empieza a gustarme el otoño.
No llegas de repente aunque sí eres rápida. Si no estoy
atento, si me despisto, es posible que me pierda algo. Te escondes, intentas
camuflarte para pasar desapercibida entre el calor y el frío pero eso es
imposible. Eres algo que no se pueda ignorar, como el olor a castañas recién
hechas. Huyes del calor y desapareces cuando el frío ya ha llegado pero, si
presto algo de atención, descubro que encuentras ese momento que solo a ti te
pertenece. Un intervalo, ni demasiado frío, ni demasiado calor. Así eres y por
ese me encanta tenerte cerca.
Tienes ese falso reflejo de melancolía, ese por el que todos
piensan que eres más aburrida que otras. Que equivocados están. Toda esa
aparente tristeza, toda esa falsa fachada que ve todo el mundo, se queda en
nada cuando sonríes. Verte sonreír es como jugar con las hojas caídas de los árboles
y eso... eso no puede ser otra cosa que no sea felicidad.
Incluso en tus días malos me sorprendes, como una lluvia
imprevista. Me dejas calado hasta los huesos, me zarandeas con tus peores
vientos, me muestras tu cielo más gris y de repente, tras la tempestad llega la
calma, se cuela un rayo de sol y formas un increíble arcoíris.
Por eso empieza a gustarme el otoño. Porque te mueves como
una hoja que se acaba de soltar del árbol, como mecida por el viento. Porque
tienes más alegría que la tristeza que te caracteriza. Porque donde todos ven
marrón yo veo toda una paleta de colores. Por todas estas cosas me gusta pero,
por encima de todo, porque eres otoño y no lo sabes.
Hoy estamos de celebración y es que este pequeño rincón ha
cumplido su primer año!!!
Lo primero de todo agradecer a todo aquel que ha dedicado
una preciada parte de su tiempo en leer alguna de las entradas que hay aquí
publicadas. A lo largo de este año no he podido escribir todo lo que me hubiese
gustado, mucho menos leer todo lo que quería, pero he conocido otros rincones
como el mío y he de decir que es genial leer esos pequeños relatos.
Este blog comenzó como “Un acto improvisado” para saber
hasta donde podía llegar y ahora, un año después, echo la vista atrás y me
alegra de haber tomado la decisión de crear este sitio. Me ha servido para
conocer gente y relatos estupendos y también para conocerme un poco más a mí
mismo.
Así que mientras pueda seguiré escribiendo mis pequeños
relatos e ideas en este pequeño rincón para que todos podáis leerlos antes de
dormir.
Se han terminado mis queridas y tan ansiadas vacaciones y
empieza el periodo de adaptación a la rutina de los estudios y el trabajo. Por
lo pronto me lo he tomado con buen humor, aunque parezca imposible pero es que
he vuelto con las pilas bien cargadas y la mente despejada. Me he cortado el
pelo porque me hacia falta y ahora, cuando voy por la calle, voy en plan
presumido mirándome cada vez que paso cerca de una superficie reflectante (llámalo
espejo, escaparate o charco de agua incluso).
Bromas a parte, es bueno hacer cambios que nos motiven a
comenzar con ganas el retorno a nuestra vida cotidiana. En mi caso no fue
por esa razón pero he de admitir que “un cambio de look” siempre ayuda.
Como vengo con la cabeza despejada, tanto de pelo como de
ideas, y con las pilas cargadas me he propuesto crear esta nueva sección del
blog que voy a llamar “El consejo del día” o algo parecido (estamos trabajando
en ello). La sección consistirá en añadir una nueva entrada siempre que se me
ocurra un nuevo consejo que me haya ayudado en mí día a día y que quiera
compartir por aquí.
Por ejemplo, mi consejo de hoy y casi os puedo asegurar que
será el que tenga en mente toda la semana es que no sintáis pena por lo que
termina, ni miedo por lo que está por comenzar.
Lo típico de cuando una puerta se cierra otra se abre, pues
es así de simple. Este consejo surge a raíz de mis vacaciones que han sido tan
estupendas que no puedo evitar sentirme triste porque terminen pero seguro que
si duraran eternamente necesitaría unas vacaciones de mis vacaciones. Y por
supuesto no dejéis que el miedo os impida comenzar algo nuevo, como una
relación, un trabajo o un nuevo curso porque las cosas no ocurren si uno escapa
de ellas.
Así que aquí me tenéis, un experto de nada dando consejos de
todo que aunque no sabe si serán buenos si que cree en ellos, porque os aseguro
que fueron, son y serán aplicables en cualquier momento de mi vida.
Y dejo ya de escribir que yo tiendo a irme por las ramas y
me despisto con facilidad. Como con la mosca que acaba de pasar por mi lado, la
he seguido hasta la ventana (he mirado mi pelo en el reflejo), la he dejado
salir y he visto la luna en lo alto del cielo rodeada de estrellas, y ahí me he
quedado hipnotizado viéndola. Y a pesar de que la noche se acaba cuando un
nuevo día comienza, hoy la luna sonríe antes de dormir.
Sería injusto decir que su historia era algo inevitable.
Injusto porque al ser inevitable quiere decir que no podían evitarlo. Que
fueron directos al matadero sin tener ninguna otra opción. Sería injusto decir
que su amor era de esos que ocurren una vez en la vida. Injusto porque tacha
todos los amores que tuvieron antes de conocerse y los que tendrían después. Realmente injusto.
Él, perdido en un mundo que no para de decirle donde debe
estar. Ella, aburrida de seguir siempre el mismo camino de baldosas amarillas.
Nada la esperaba al final de ese eterno camino, nada que a ella le interesase.
Fue un verano cuando decidió salirse del camino por primera vez en su vida y
ahí lo encontró a él. Algo inevitable que creó algo increíble. Algunos lo
llamarán amor a primera vista pero fue más que eso, era un tipo de amor que
pocos entienden, uno que muchos saben que tienen que encontrar antes incluso de
buscarlo.
No tenían ni idea de a donde dirigirse, sin embargo él no
dudaba en cual sería el siguiente paso que daría y ella se dejó llevar. Hablaban
de todo y de nada, eran totalmente opuestos como el día y la noche, ella con su
duro carácter y él que siempre restaba importancia a las cosas. Discutían y sin
embargo no podían estar enfadados más de cinco minutos el uno con el otro. Todo
el mundo que los veía les decían que así no irían a ningún lado, que estaban
perdiendo el tiempo. Aunque eso solo era a ojos de los demás porque para ellos,
ese tiempo, era lo mejor que les había pasado nunca aunque no quisieran
admitirlo en alto.
Ella que le cogía de la mano por sorpresa como si fuera lo
más normal y le acariciaba con los dedos como si tocara su corazón, calmándolo
y agitándolo al mismo tiempo. Él que solía hablarle de las estrellas como si
ella no pudiese verlas sobre ellos. Se conocieron, se amaron y, como cualquier otra trágica
historia de amor, terminaron.
Sus caminos se separaron y nunca más se volvieron a ver pero
su breve amor no fue en vano, pues ninguno habría llegado a su destino si ese verano
no se hubieran encontrado.
Como una bestia dormida
estaba mi corazón inalterable, inalcanzable.
Una bestia de sueño perpetuo,
durmiendo en la más profunda de las oscuridades. Palpitante, vivo pero
eternamente aletargado, era tan sereno como implacable. Alimentado de su propia
oscuridad, dejando un rastro de soledades. Su ritmo hipnótico y
relajante como las olas del mar.Sus garras capaces de
destrozarte, no el cuerpo si no el alma. Una bestia que estaba mejor
dormida que despierta.
Sin embargo, me pregunto que
tipo de magia insondable has utilizado para domar a esta bestia que en mi
habita. Despertarla sin enfurecerla y controlarla sin doblegarla.Que bailas a
mi ritmo, lento, torpe y soy capaz de seguirte los pasos. Por primera vez soy
yo el guiado en lugar del que guía. Tal vez eso evite que siempre coja el
camino equivocado. Tal vez eso permita que esta bestia, que ni yo mismo controlo, pueda sentir algo al fin y al cabo.
Mi corazón ha sido despertado
y solo puedo preguntarme que tipo de corazón es el que tú tienes que es capaz
de calmar ese instinto destructivo que en mí siempre ha existido.
¿Que tipo de corazón es capaz
de guiarme a través de mi propia oscuridad?
Temo la respuesta, pues solo
puedo pensar que alguien que conoce tan bien la oscuridad es porque ya ha
estado antes en ella.
Y al rato me doy cuenta de
que no me importa.Que si tu corazón es más oscuro que el mío seremos dos
corazones que bailan en la oscuridad.Porque solo tú te has ganado el derecho a
destrozarme, a partirme en mil pedazos y hacer con ellos lo que quieras.
Porque has visto lo peor de
mí y no has huido. Porque te enfrentaste a la bestia y has ganado.Sin duda, me
has ganado.
Mi mente tiene la extraña y asombrosa capacidad de absorber
todo lo que la rodea. No presumo, es así. Supongo que es algo que muchos
entenderéis de lo que estoy hablando. Ver más allá de lo que tenemos delante,
oír más allá de lo que dicen las palabras y sobre todo sentir más, mucho más,
que lo que el corazón es capaz de soportar. Lo bueno de esto es que absorbes
colores que no encuentras en una paleta de pintar. Lo bueno de esto es que quizás
escuches sonidos que otros no son capaces, pero como todo en esta vida no puede
haber luz sin oscuridad y si todo esto es lo bueno ¿Qué es lo malo?
Lo malo es todo el veneno que nos rodea últimamente y que
nos puede contaminar por dentro. Somos como esponjas y como esponjas absorbemos
y si es veneno lo que nos rodea, por mucho que queramos evitarlo, veneno
tragaremos. El veneno nos enferma, nos quita la salud y nos vuelve débiles e
indefensos. Nos corroe por dentro nos lastima y lo peor de todo hace daño a los
que nos rodean y los contagia haciendo que crezca, que se expanda.
Por suerte para todo veneno hay un antídoto. Un antídoto
sirve para contrarrestar o neutralizar sus efectos. Lo complicado es acertar
con el adecuado. Algunos lo encuentran en algún tipo de actividad que mantenga
su mente ocupada, otros en todo lo contrario, buscan el momento y el lugar
donde más relajados puedan estar y se quedan ahí hasta que los efectos del
veneno desaparecen. Hay quien decide tragarse el veneno y confiar en que podrá
combatirlo, rechazarlo, ser inmune y hay quien prefiere expulsarlo sin
importarle a quien pueda salpicar al hacerlo.
Odio el veneno, ese veneno que nos cambia sin que nos demos
cuenta desde lo más profundo de nuestras mentes y nuestros corazones. Es
peligroso, es dañino y no me gusta, pero si nunca me hubiera envenenado jamás
habría descubierto mi antídoto. Tal vez lo habría descubierto pero no me habría
dado cuenta de lo que mi mente es capaz de conseguir cada vez que le ganaba
la partida al veneno.
Porque mi antídoto es escribir.
Es algo que siempre he sabido
pero que todavía no he comprendido del todo. Escribir me calma cuando mi mente
está agitada. Escribir es lo que hace que sea como soy. Si no pudiera escribir cada vez que algo me envenena no sé si
sabría afrontarlo de la misma forma. Lo que si sé es que después de un mal día,
y aunque solo sea una frase o una línea, escribir es lo que necesito antes de
dormir.
La
mujer corría, de la mano de su amado, por el ruidoso pasillo. Él tiraba de ella
con prisa y cautela, prestando atención en cada esquina que doblaban. Tras
ellos se oía el acero de las espadas al chocar.
—¿Qué
ocurre, mi rey?—preguntó asustada.
—Están
asaltando el castillo. Debemos encontrar a mi hermano y al druida.
Llegaron
a la sala del trono donde los esperaba un hombre, con una melena y una barba
largas hasta la cintura y con una túnica parda.
—¿En
que puedo serviros mi señor?—preguntó el druida arrodillándose.
—Protege
a la reina, llévala a los bosques y escondeos hasta que esto termine.
La
reina protestó pero él sabía que era lo mejor para ella. Estaba preciosa con su
pelo recogido bajo la tiara plateada. La besó y se despidió prometiendo que
cuando todo acabara iría a buscarla.
El
druida se la llevó por uno de los húmedos y sucios pasadizos secretos del
castillo. Avanzaban, iluminados por una antorcha, cuando el druida se paró al
pisar un charco.
—¿Qué
ocurre?—preguntó ella.
El
hombre no contestó. Se quedó mirando el charco que acababa de pisar con mucha
atención.
—Tenemos
que volver—dijo él por fin dando media vuelta.
La
reina lo siguió, recogiéndose el elegante vestido rojo para ir más rápido.
Alcanzó al druida en la entrada al pasadizo, quieto, paralizado.
—Hemos
llegado tarde—dijo el hombre.
La
reina miró al interior de la sala y su corazón se detuvo por un momento. En
medio de la sala, sobre el suelo ensangrentado, yacía el cuerpo de su amado. La
reina gritó y lloró sobre su cuerpo.
—La
culpa es mía—dijo el druida.—El agua me mostró la traición del hermano del rey
demasiado tarde.
—¿Su
hermano?—preguntó incrédula la reina.
El
druida asintió.
La
mujer miró los azules ojos de su esposo antes de bajarle los párpados con
la mano. Luego desenvainó la espada que el rey llevaba.
—¿Qué
hacéis?
—Vengaré
al rey y para ello necesito que me ayudéis.
El
hombre la miró sorprendido.
—Yo
no soy un guerrero, solo aconsejo.
—Hacéis
mucho más que eso—dijo la reina.— No me importa morir, no me importa perder el
reino pero si voy a vengar a mi marido os necesito.
En
ese momento unos guardias entraron en la sala del trono, venían a confirmar que
el rey había muerto y que todo estaba perdido. La reina los miró. Tiró su tiara
y demás joyas al suelo, soltó su pelo y rompió su vestido para poder moverse
mejor. Levantó su espada y con unas palabras infundió valor y coraje a sus
hombres para luchar.
Antes
de salir de la sala la reina miró al druida.
—Cantaré
para vos, mi reina.
El
druida cantó durante horas a la vez que la reina luchaba. Su alma dormida era
el de una guerrera y el druida la había despertado. Una guerrera imparable que
no descansó hasta obtener su venganza.
Cuando
todo acabó, la reina se reunió con el druida que estaba acostado junto al
cuerpo inerte del rey. Parecía más viejo y estaba agotado.
—Os
he pedido demasiado—dijo la reina mientras le tomaba de la mano.—Gracias.
—Tranquila,
era lo que tenía que hacer.
—¿Y
que debo hacer yo ahora?
—Recuerda
la promesa del rey—dijo el druida sofocado. —Cuando todo acabe él volverá a por
ti, aunque sea en otra vida. Hasta entonces reina como has luchado hoy pues has
encontrado tu verdadera alma, un alma guerrera.
Y
el druida murió pero su reina nunca olvidaría sus últimas palabras.
Desde que era pequeño, William Locke siempre supo
que estaba destinado a surcar las estrellas. No tendría más de ocho años cuando
decidió construir un cohete. Hacía un siglo que ninguno surcaba los
cielos, muchos no sabían ni lo que era pero su abuelo le explicó todo lo que
recordaba de ellos, empezando por un simple dibujo.
William comenzó su sueño de construir su cohete con
la ayuda de su abuelo. Su mejor amiga, la pequeña Lizy Flint, siempre se metía
con él.
—Tienes la cabeza llena de pájaros Will—decía la
niña mientras jugaba con sus coletas.
—¿Por qué?—preguntaba el joven.
—Por construir eso y querer viajar por las
estrellas. Es imposible.
—Eso es un cohete y sí es posible.
—Lo que tú digas, niño del cohete, yo voy a jugar al
parque ¿Quieres venir?
—Quizás luego.
Pero no fue. Trabajó duro día tras día. Dejó atrás
su niñez, pasó su adolescencia y se convirtió en todo un hombre. El hombre del
cohete lo llamaban. Sus amigos acabaron abandonando el pueblo en busca de una
vida mejor. La pequeña Lizy fue de las últimas en marchar pero también terminó
haciéndolo tras una fuerte discusión que tuvieron Will y ella.
Al joven Will solo le quedaban dos cosas, su
debilitado abuelo y su sueño. En eso se centró y fue tal su empeño que, tras
diecisiete años de duro trabajo, estaba a punto de lograrlo. Fue entonces
cuando se dio cuenta de que sus cálculos eran erróneos. Su amiga Lizy tenía
razón, era imposible. No había energía en su planeta capaz de elevar su cohete
hacia las estrellas.
Pasaron los días y Will dejó su sueño de lado,
hasta que una mañana una joven apareció en su puerta.
—Hola, niño del cohete.
—¿Lizy?—preguntó Will extrañado.— Casi no te
reconozco
—Ahora me llaman Elizabeth—dijo sonriendo.
Se pusieron al día enseguida, ella le contó sobre
su vida en la ciudad y él le contó que había renunciado a su sueño.
—¿Me harías un favor?
—Claro
—Espérame esta noche en el camino al lago.
Y Elizabeth se fue corriendo sin decir nada más
para sorpresa del joven.
Esa noche se encontraron donde le pidió. Ella le
vendó los ojos y lo guió. Cuando le quitó la venda ambos estaban montados en un
bote, en medio del lago, rodeados de oscuridad. No, no era solo oscuridad, estaban
rodeados de estrellas. Miles de estrellas sobre sus cabezas que se reflejaban
en la superficie del lago y los rodeaban como si ellos fueran dos planetas en
el espacio.
—Lizy esto es impresionante...
Surcaron las estrellas casi toda la noche.
—¿Recuerdas cuando nos peleamos?—preguntó ella
mientras salían del bote.—Dije que eras como tu estúpido cohete, que te
encendías y subías tan alto que nadie era capaz de alcanzarte.
El joven asintió.
—Bien pues creo que por fin te he alcanzado—le dijo
la joven entregándole un microchip.— Es un prototipo de la empresa donde
trabajo. Con esto tu cohete tendrá energía suficiente.
Will lo cogió y salió corriendo después de
agradecérselo.
Lizy caminaba por el pueblo cuando escuchó un
estruendo y acto seguido el cohete despegaba hacia el cielo en pleno amanecer.
—Mi abuelo—dijo el joven enseñándole un dibujo de
un cohete.—Él fue quien me dijo que surcara las estrellas pero solo si no
encontraba otra cosa con la que soñar—él sonrió mientras tiraba el dibujo.—Ahora
mi sueño eres tú.
Ella corrió abrazarlo y lo besó mientras el cohete
volaba sobre ellos hacia las estrellas.