Nunca llorar fue señal de debilidad. Desde que era pequeño no
entendí la razón por la que las lágrimas acuden a nuestros ojos para resbalar
suavemente por nuestras mejillas en diversas situaciones de nuestra vida. Una
vez leí un artículo en el que decía que no había dos lágrimas iguales, como los
copos de nieve. Resultó curioso saber que nuestras lágrimas están compuestas de
distinta forma según sea la causa que las producen. Por eso saber la diferencia
por la que lloras fue toda una revelación para mí, porque siempre creí que cada
lágrima derramada era por no ser lo suficientemente fuerte para contenerlas, ya
fueran de alegría o de tristeza.
Hoy me he dado cuenta de esa diferencia al ver llorar a un
ser querido y entendí algo que hasta ahora se me escapaba. Podemos llorar por
muchas razones, algunas buenas y otras malas. Podemos llorar, incluso, sin razón,
pero las lágrimas que hoy he visto, las lágrimas que he derramado a lo largo de
mi vida y las que todo el mundo ha derramado alguna vez son necesarias porque
sin ellas nuestra mente no sería capaz de expresar con palabras lo que en ese
momento está sintiendo. Pura emoción.
Es por eso que empiezo a creer que dependiendo de la situación,
cada lágrima derramada oculta cuatro posibles emociones: una tristeza inconsolable,
un dolor intratable, una impotencia invencible y una felicidad sincera. Creo que estas cuatro emociones resumen todas las sensaciones que me han podido
hacer llorar en algún momento de mi vida. Y, aunque antes lo pensara, ya no
creo que llorar sea una muestra de debilidad, si no más bien es una prueba de
que estamos vivos, de que sentimos y de que sabemos que estamos al límite y
necesitamos expresarlo, soltarlo y poder seguir adelante.
Llegamos a este mundo llorando, y lo dejamos atrás con las lágrimas
de nuestros seres queridos. Pero esa tristeza que les otorga tu pérdida también
es símbolo del afecto que demostraba tu presencia. Un símbolo sincero. Así que
si queréis llorar hacerlo, no os privéis porque es necesario, ya sea por tristeza, impotencia, dolor o felicidad, ya sea un día con
tus seres queridos o una noche cualquiera antes de dormir.
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